El Día de Reposo Cristiano



Introducción

El día de hoy quiero hablar de una doctrina olvidada y descuidada por la iglesia de nuestros días. A lo largo de esta predicación estaré refiriéndome a la iglesia y quiero aclarar que cuando hable de “la iglesia” o de “nuestra iglesia”, no estoy refiriéndome a esta iglesia en particular, sino a la iglesia Presbiteriana a nivel nacional. No sé los problemas particulares de esta iglesia, pero conozco los errores generales de nuestra denominación.

Así que, la doctrina del Día del Señor. De los Diez Mandamientos, el cuarto mandamiento “acuérdate del día de reposo para santificarlo”. El día de reposo cristiano, el domingo, el día para rendir a nuestro Rey una adoración diferente a la que le damos durante el resto de la semana. El día para sumergirnos en comunión con Él, el día de sagrada asamblea, de culto público y culto privado. Eso de eso de lo que hablaremos.

Hermanos, quiero contarles que nuestra iglesia, la iglesia Presbiteriana y Reformada hace algunos años solía tener en gran estima esta doctrina. Esto era uno de esos puntos no negociables de nuestra fe. En medio del pueblo de Dios había gran reverencia por este día. Pero algo ha ocurrido, nos hemos dejado llevar por vanas palabrerías, hemos perdido el fervor y hemos descuidado esta preciosa practica, e ignorado el mandamiento de nuestro Rey. 

Hermanos ¿sabemos lo que es el día de reposo cristiano (también llamado “el día del Señor)? ¿Sabemos que se demanda de nosotros en este día? ¿Sabemos como guardar el día del Señor? La Escritura dice “acuérdate del día de reposo para santificarlo” ¿Sabemos cómo santificarlo? Yo volteo a la iglesia una y otra vez y quiero pensar que no lo sabemos, que desconocemos estas cosas. Por que si sí lo sabemos y aún así no acatamos a la ordenanza ¡Miserables de nosotros! Pues sin darnos cuenta estamos provocando la ira del Señor. Desde el monte Sinaí, hace cientos de años, el dió una orden a su pueblo y nosotros simple y sencillamente no hemos obedecido. Somos culpables y no podemos alegar inocencia.

El día de hoy partiré del presupuesto de que simplemente desconocíamos esto. Que no somos tan desvergonzados como para saber lo que Dios manda y simplemente ignorarlo, sino que, más bien, nunca supimos que Dios mandó esto. Que no estábamos al tanto de esta ley. Ahora, esto no nos exenta de culpa y por lo tanto no debe hacer sentir demasiado inocentes, pues si no lo sabíamos no es por otra cosa sino por negligencia; porque no hemos sido realmente serios en el estudio de las Escrituras y de la sana doctrina de nuestra iglesia. Tenemos la Palabra de verdad y tenemos el testimonio de la iglesia registrado en nuestros símbolos doctrinales. Bastaba con leer nuestras Biblia y bastaba con estar un poco más atentos a nuestros símbolos doctrinales para darnos cuenta de que este es un mandamiento que Dios ha puesto sobre su pueblo desde hace siglos. Pero partiré del presupuesto de que no sabemos en qué consiste la doctrina del Día de Reposo Cristiano, que jamás habíamos sido expuestos a esta enseñanza. Y quiero ser realista, es muy posible que ese sea el caso. Personalmente, en toda mi vida, sólo he escuchado dos predicaciones sobre esta doctrina. Y es posible, hermanos,  que después de hoy, pase mucho tiempo antes de que ustedes escuchen otra vez hablar sobre este tema. No es un tema muy popular ni muy recurrido, pero es un tema de vital importancia para la salud espiritual de la iglesia.

Esto es lo que dijo J.C. Ryle, un excelente teólogo reformado, sobre la importancia del día de reposo:

“El asunto es de importancia inmensa. No es demasiado decir que la prosperidad o el deterioro del cristianismo organizado depende del mantenimiento del día de reposo cristiano. Derríbese la cerca que ahora rodea el domingo, y nuestras escuelas dominicales llagarán pronto a su fin. Déjese entrar la inundación de mundanalidad y búsqueda de placer en el día del Señor sin obstáculo o impedimento, y nuestras congregaciones menguarán hasta pronto desaparecer. No hay demasiada religión en la sociedad ahora. Destrúyase la santidad del día de reposo y pronto habrá mucha menos. En resumen, creo que nada haría avanzar tan completamente el reino de Satanás como retirar la protección legal del día del Señor. Sería motivo de regocijo para el incrédulo; pero sería un insulto y una transgresión contra Dios”

Que el Espíritu del Señor se mueva en esta iglesia y despierte los corazones de su pueblo. Para su gloria.

La pregunta que intentaremos responder a lo largo de toda esta predicación es “¿cómo santificar el día de Reposo?”. Bajo esta pregunta tenemos varios encabezados, la estructura general o los puntos que encabezan esta predicación son los siguientes:

1. ¿Qué significa “santificar”?
2. ¿Cuánto tiempo debe durar cada día de reposo?
3. ¿De qué cosas debemos descansar en el día de reposo?
4. ¿Qué debe ocupar nuestro tiempo en el día de reposo?

1. ¿Qué significa “santificar”?

El verbo "santificar" viene de una palabra hebrea (qadosh) que nos habla de algo "separado" o "dedicado" para Dios. Solemos vincular la palabra “santo” con la idea de pureza. Sin embargo, antes la idea de “pureza”, debe venir a nuestra mente la idea de “separación”. En el Antiguo Testamento leemos sobre lugares santos y objetos santos. La idea no es tanto que estos lugares y objetos sean puros sino que están separados del resto de los lugares y objetos para Dios. Son lugares y objetos no ordinarios, ni comunes, que no deben de ser tratados con frivolidad ni liviandad. El diccionario Vine (Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y Nuevo Testamento de Vine) dice lo siguiente sobre el verbo "santificar":

“La raíz principal de este verbo denota un acto o estado por el cual personas o cosas se apartaban para el culto a Dios: se consagran o se "hacen sagradas" para el culto a Dios. Esta acción o condición significa que el objeto o la persona "consagrada" no debe emplearse en trabajos ordinarios y debe tratarse con especial cuidado porque es propiedad de Dios

Por lo tanto "santificar el día de reposo" es apartar un día del resto para culto a Dios. 

Y en este punto quiero hacer una aclaración. Todos los días son de Dios, todo momento de nuestra vida debe ser dedicado a el Señor, cada respiro ha de ser tomado para su gloria y en servicio de su reino. En este sentido no hay días para nosotros y días para Dios, pues todos los días deben ser sólo para Dios. Sin embargo, el domingo sigue siendo, entre todos los días de la semana, un día destacado y diferente. Dios espera que le adoremos toda la semana en nuestros quehaceres cotidianos, pero el domingo, en su Día, espera una adoración distinta y especial. Dios separó este día del resto y en esta porción de su Palabra en la que estamos meditando nos ha mandado que nos acordemos de esta separación y que la respetemos.

El cuarto mandamiento dice: "Acuérdate del día de reposo para santificarlo" (Ex. 20.8) Pueblo, pueblo de Dios hoy aquí reunido, escucha esto pueblo: Tú rey ordena esto: "¡Santifica este día!". Recuerda, pueblo, que Dios designo un día de entre siete ¿para qué? para ser santificado. Para ser separado. Para se tenido, no como otro día, sino como el día especial entre Dios y su iglesia. En términos muy generales, esto es lo que significa “santifica” cuando es aplicado al día del Señor.

Pero vayamos de lo general a lo particular y preguntémonos como segundo punto de esta predicación:

2. ¿Cuánto tiempo debe durar cada día de reposo?

Hace más de 300 años, en el año de 1643, 121 teólogos se reunieron en Westminster y, precisamente, después de entender que debían separar un día del resto, se preguntaron lo siguiente: "¿Cómo ha de santificarse el día de Reposo o del Señor?" Esa es exactamente la pregunta que encontramos en el Catecismo Mayor de Westminster: "¿Cómo ha de santificarse el día de Reposo o del Señor?" Y nos dice el mismo catecismo:

"Respuesta: El día de Reposo o del Señor debe santificarse por un santo descanso en todo ese día, no sólo de las obras que en todo tiempo son pecaminosas, sino aun de aquellos empleos y recreaciones mundanales que son lícitos en los otros días; y debe ser nuestra delicia emplear todo el tiempo (excepto el que se emplee en obras de necesidad y misericordia) en los ejercicios públicos y privados del culto de Dios" (CMW P. 117)

Este catecismo es uno de los símbolos doctrinales oficiales de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México, y es uno de los documentos históricos que definen la fe reformada de todas las Iglesias Presbiterianas en el mundo. Se ha preguntado usted alguna vez ¿qué creemos los presbiterianos? Vaya al Catecismo Mayor y a la Confesión de fe de Westminster, eso es lo que históricamente creemos los presbiterianos a nivel mundial. Más allá de eso, el catecismo es fiel a las Escrituras y de ahí obtiene autoridad sobre nosotros. 

Pero he mencionado al Catecismo principalmente porque me gusta lo enfático de su respuesta cuando dice que el descanso debe ser "en todo ese día". Creo que es curioso que estemos preguntándonos cuánto debe durar cada día de reposo cuando en el mismo nombre “día de reposo” lo indica. Debe durar un día, 24 horas. Sin embargo, veo la necesidad de ser enfático en este punto. Permítame contarle, hermano, hace poco fui a una iglesia en donde los hermanos me comentaron que comenzaban el servicio dominical ¡a las siete de la mañana! Al principio pensé "qué hermanos tan consagrados" pero ¿cuál era la verdadera razón por la cual tenían el culto tan temprano? ellos decían "así podemos librarnos de esta carga y ocupar el resto del día para pasear, ir al supermercado y divertirnos" ¡Es increíble que esto esté pasando en iglesias que dicen ser Presbiterianas! El día de reposo "debe santificarse por un santo descanso en TODO ESE DÍA", ¡TODO ESE DÍA! no sólo en un pequeño culto unas horas en la mañana o en la tarde.

Pero ¿qué es lo que sucede? Nosotros vamos al culto público, de por sí es difícil lograr que este momento sea sagrado y sobresalga de todos los demás momentos de nuestra rutina. Pero apenas termina el culto y todos regresamos a nuestra profanidad. Fueron apenas unas horas en el culto, y el día de reposo, en realidad, no ha concluido. Sin embargo, nosotros ya no estamos más en el día de reposo. Lo damos por acabado, ya “cumplimos”, y estamos listos para regresar a nuestras ocupadas vidas. Y sucede lo siguiente: Sucede que nunca llegamos realmente al reposo, nunca llegamos al descanso en Dios y a la comunión con Él. Y sin haber estado en el día de reposo, pasamos la página y lo damos por cumplido. No, hermanos, esto no fue diseñado para ser así. Dios no tenía en mente esto al instituir este, su día. El día de reposo es todo el día. La orden de santificar este día, de separarlo de lo ordinario, debe ser cumplida durante todo ese día.

Esto no quiere decir que debamos hacer un culto que dure 24 horas. Tampoco significa que si en la iglesia se hacen tres cultos en domingo debamos asistir a todos ellos. En la respuesta de Westminster encontramos muy bien presentado que es lo que debemos y no debemos hacer ese día. Y entonces pasamos a nuestro tercer punto. Ya dijimos qué es lo que significa “santificar”. Este fue nuestro primer punto. Explicamos, en segundo lugar, cuanto debe durar el día de reposo. Un día entero. Ahora, en tercer lugar, vamos a preguntarnos...

3. ¿De qué cosas debemos descansar en el día de reposo?

O para formularlo de otro modo ¿de qué debemos abstenernos en el día de reposo? ¿Qué nos ha sido prohibido hacer en este día? Dos cosas:

1. debemos descansar de nuestros empleos y
2. debemos descansar de aquellas recreaciones mundanales que son lícitas en los otros días.

1. Debemos descansar de nuestros empleos y responsabilidades cotidianas

Esto es algo que fue expresado de la manera más clara en la exposición de la ley, en los diez mandamiento. En Éxodo 20.9–10, y leemos que dice:

“Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.”

Y de manera explícita Dios nos dice que tenemos seis días para hacer todos nuestros asuntos, todos nuestros negocios, todas nuestras responsabilidades y compromisos cotidianos. Pero el séptimo día debemos descansar de todas estas cosas, nuestras ocupaciones cotidianas deben cesar porque hemos de fijar nuestra mente, cuerpo y corazón en lo eterno.

Y hubo un lapso en el que el pueblo de Israel dejó de lado este mandamiento y los hombres del pueblo comenzaron a trabajar en el día del Señor. Las puertas de la ciudad se abrieron y entraban y salían comerciantes y se hacían y deshacían tratos y negocios. Leemos sobre esto en el libro de Nehemías, Nahemías 13.15-18:

15En aquellos días vi en Judá a algunos que pisaban en lagares en el día de reposo, y que acarreaban haces, y cargaban asnos con vino, y también de uvas, de higos y toda suerte de carga, y que traían a Jerusalén en día de reposo; y los amonesté acerca del día en que vendían las provisiones. 16También había en la ciudad tirios que traían pescado y toda mercadería, y vendían en día de reposo a los hijos de Judá en Jerusalén. 17Y reprendí a los señores de Judá y les dije: ¿Qué mala cosa es esta que vosotros hacéis, profanando así el día de reposo? 18¿No hicieron así vuestros padres, y trajo nuestro Dios todo este mal sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¿Y vosotros añadís ira sobre Israel profanando el día de reposo?”

Con seguridad, lo más importante aquí es la reacción de parte de Nehemías. Vemos, en primer lugar, al final del versículo 15, el motivo del disgusto de Nehemías. Dice el texto: “y los amonesté acerca del día en que vendían las provisiones”. El texto no dice “y los amonesté por vender provisiones” sino “acerca del día en que vendías provisiones”. El pecado de ellos no fue ocuparse en sus negocios sino ocuparse en sus negocios en ese día en específico. Ocuparse en sus empleos en el día en el que Dios dijo que no lo hicieran. Dedicar su tiempo a sus negocios el día en el que no corresponde. Ese fue el pecado del pueblo en aquel momento. Y con seguridad es también el pecado de la iglesia de nuestros días. No conozco la vida de cada uno de los aquí presente, pero tengo cierta seguridad de que un buen número de ustedes, que dicen tener al Señor por su Rey profanan el mandamiento introduciendo ocupaciones laborales en el este día. Al ver Nehemías todo esto, al ver el día del Señor siendo violado tan descaradamente, él se dirigió a los líderes de Israel y les reprendió diciendo:

“...¿Qué mala cosa es esta que vosotros hacéis, profanando así el día de reposo? 18¿No hicieron así vuestros padres, y trajo nuestro Dios todo este mal sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¿Y vosotros añadís ira sobre Israel profanando el día de reposo?”

Las palabras de Nehemías hacen eco en nuestros oídos, llegan hasta nuestro día, y nos hacen preguntarnos “¿Y nosotros, añadimos ira sobre la iglesia profanando el día de reposo?”

Pueblo, por favor, presta oído, nuestro Rey nos ha mandado a dejar de lado nuestras ocupaciones ordinarias en este día. En el día de reposo debemos descansar de nuestros empleos, y si no tenemos "empleos" como tal, entonces sencillamente debemos descansar de nuestras responsabilidades cotidianas. Pongámoslo en términos prácticos: Ese día usted no puede pedirle a sus hijos que saquen la basura o limpien su habitación, no puede lavar los trastes o barrer la casa, los niños no pueden hacer la tarea del colegio, usted no puede estar haciendo llamadas al trabajo ni cerrando tratos, etc... Dios pide un descanso de las responsabilidades cotidianas de cada ser viviente en su hogar.

Además de dejar las responsabilidades o deberes cotidianos a un lado tenemos que dejar las "recreaciones mundanales"

2. Debemos descansar de actividades recreativas o de entretenimiento

Tal vez usted esté pensando ahora “excelente, el Señor me ha mandado a no trabajar, ahora puedo dedicar el resto del domingo a mi hobbie favorito, o a ir al cine o a pasear”. Pero no, no es así. Si el día de reposo descansamos de nuestros deberes cotidianos no es para satisfacer a nuestra carne, sino para satisfacer nuestra alma. Dios no nos llamó a dejar de lado nuestra ocupaciones ordinarias para darnos tiempo de ir al cine, o para ver televisión o salir a pasear, o para jugar juegos de mesa. Escucha hermano lo que el Señor dijo en Isaías 58.13-14:

"Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová"

Y con estas palabras entendemos que si descansamos de nuestros trabajos no es para entregarnos a nuestros propios placeres terrenales sino para entregarnos al deleite que hay en Jehová. Alguien podría decir "si es un día de reposo, yo considero que yo reposo mejor viendo televisión, o paseando, o saliendo con mi familia" ¡Pero ahí está el detalle, USTED considera eso, pero nuestro Dios, en otras palabras está diciendo: "yo te voy a mostrar lo que en verdad va a darte reposo: ¡Yo mismo!" ¡Casi podríamos decir que Dios nos está retando con las palabras que leemos en Isaías 58.13-14!: "Si tú dejaras de hacer todas tus cosas, si dejaras de lado tus propios, pequeños e ilusorios descansos y placeres... entonces te deleitarás en Mí" ¿Cuándo fue la última vez que usted buscó deleite en Dios? ¿No cree que lo necesita mucho más de lo que necesita ver el partido o ir al cine?

Si usted, hermano, es un creyente verdadero. Entiendo que su carne grite por las diversiones y recreaciones de esta tierra, por aquellos placeres que son lícitos en otros días. Pero usted y yo sabemos que más allá de eso, en el fondo, nuestras almas claman y dicen como el Salmista (Sal 42.1-2):

“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, 
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. 
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; 
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”

Hemos mencionado dos cosas que debemos evitar: (1) Ocuparnos en nuestros empleos y responsabilidades cotidianas y (2) ocuparnos en actividades recreativas o de entretenimiento. En lugar de esto ¿Qué sí debe ocupar nuestro tiempo en el día de reposo?

4. ¿Qué debe ocupar nuestro tiempo en el día de reposo?

Debemos ocuparnos en los ejercicios públicos y privados de culto a Dios

Culto público

Westminster dice "debe ser nuestra delicia emplear todo el tiempo en los ejercicios públicos y privados del culto de Dios" ¡Culto, culto a Dios! No es opcional, no es sólo recomendable, tenemos que asistir al culto público. El día de reposo está diseñado para esto. Levítico 23.3 dice:

"Seis días se trabajará, mas el séptimo día será de reposo, santa convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo es de Jehová en dondequiera que habitéis"

¡Santa convocación! El día de reposo es una forma de convocar o de llamar a los hijos de Dios a una reunión sagrada para la adoración del Señor. Si Dios mismo puso este día como una convocación para adorarle ¿Quien de nosotros tendrá la osadía para declinar dicha convocación? ¿Usted le dirá a Dios "No, Señor, hoy no quiero ir a adorarte"?

O para ponerlo en otros términos, el día de reposo cristiano es el día en el que nuestro Rey convoca a todo su pueblo a reunirse en asamblea porque Él va a hablar, el Rey va a abrir su boca ante los suyos, va a pronunciar algunas palabras para marcar la dirección que Él desea para su reino. Este es el momento de la predicación en el culto público. Y llegamos con toda reverencia delante de Él diciendo “Señor y Rey nuestro, toda la semana hemos estado sirviéndote como tú nos has dicho, sigue instruyéndonos, sigue exponiendo de tu sabiduría ante nosotros, habla, Oh Rey, y dale a tu pueblo oídos para oír”. El Rey ha designado este día para llamarnos a esto.

Pero hay algo más, no todo se trata del culto público, Westminster menciona un "culto privado".

Culto privado

Para entender esto debemos romper con la idea que tenemos de la palabra "culto". Ya sé, como presbiterianos nos imaginamos algo super estructurado, con llamamiento a la confesión, llamamiento a la adoración, un canto, unas lecturas, la predicación, las ofrendas, etc... Todo esto es cierto para el "culto público", pero no tiene que serlo para el culto privado. El culto privado es una especie de momento devocional largo, intenso y disciplinado. Cuando regresamos del servicio dominical a casa esto debe ser sólo una transición en la que salimos del culto público para entrar al privado.

Entre semana, a veces, no tenemos tanto tiempo como quisiéramos para orar, leer la Biblia o para meditar en el Señor. Sabemos que deberíamos hacerlo más y nos duele no hacerlo. Pero el día de reposo con su momento de "culto privado" es el tiempo indicado para darnos fuertes dosis de meditación, de lectura de la Palabra y de oración. Es el momento especial para examinar nuestros corazones a fondo, para arrepentirnos por nuestros pecados y para renovar votos con Dios. Es el día y momento para encerrarnos en nuestra alcoba y pedir que nadie nos interrumpa o salir a perdernos entre la naturaleza y derramar nuestras almas ante nuestro Creador y Redentor. Existen tantas riquezas escondidas en el día de reposo, si tan sólo llegáramos verdaderamente a él, podríamos saborearlas.

Juan Calvino, comentando el cuarto mandamiento, el del día de reposo, dijo:

"El fin de este mandamiento es que muertos nosotros a nuestros propios afectos y nuestras obras, meditemos en el Reino de Dios, y como efecto de esta meditación nos ejercitemos en los caminos que Él ha ordenado" (Institución II.viii.28)

Dos Excepciones para Romper el Descanso y Trabajar

Pero existen dos excepciones por las cuales podemos romper el descanso y trabajar. Podemos dejar de descansar para:

1. Hacer bien al prójimo.
2. Predicar la Palabra.

Jesús en Mateo 12.10-13 nos enseñó claramente que es licito hacer bien al prójimo. Leemos como dice esta porción:

"había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? Él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo. Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra”

Y las palabras de Jesús fueron “es lícito hacer el bien en los días de reposo”. Aunque esto implique cierto trabajo, si se trata de la vida o la salud de otra persona podemos hacerlo. Romper con el descanso para "hacer el bien" al prójimo es aplicable, por ejemplo, para aquellos que son médicos y que son solicitados por alguna emergencia, o para aquellos que son bomberos y son llamados a apagar un incendio, o para aquellos que son policías y que son llamados a detener un crimen, y, en fin, para todas aquellas personas cuyas profesiones tengan este nivel de urgencia. Quienes tengan empleos de esta índole, claro que pueden trabajar si son solicitados para ello. Pero debemos tener presente que no es lo mismo dejar de descansar para trabajar en reparar una tubería, que dejar de descansar para salvar una vida.

La otra excepción para pausar el descanso es predicar la Palabra de Dios. Esto es así porque es lo que Jesús mismo hizo en repetidas ocasiones (Mc 6.2; Lc.4.16, 31; 6.6; 13.10). Jesús tenía por costumbre pararse en la sinagoga a enseñar en los días de reposo. Luego los apóstoles hicieron lo mismo. Usualmente los textos narrativos no son normativos, no sacamos leyes de los hechos, pero tratándose de los hechos de Cristo, aquel a quien debemos imitar en todo, la cuestión cambia. Si Jesús lo hacía podemos hacerlo pues buscamos en todo ser como él. Si trabajamos en la predicación de la Palabra no transgredimos el día de reposo.


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