La Historia Más Amplia del Matrimonio
Introducción
Al
hablar del matrimonio se suele elegir un texto de la Biblia o un grupo de
textos y analizarlos dando como resultado buenos consejos para una buena
relación matrimonial. El enfoque de este tipo de mensajes, por lo tanto, es la
felicidad o al menos la estabilidad en la vida de pareja. Que él y ella se
“lleven bien” y que sean felices. Sin embargo ¿qué tal un acercamiento al tema
del matrimonio con un enfoque en Dios y en su gloria? Para lograr este
acercamiento necesitamos aproximarnos al matrimonio en su desarrollo bíblico-histórico.
Quiero que entendamos no sólo una serie de normas, o reglas para tener un buen
matrimonio sino cuál fue el propósito o finalidad que Dios tenía en mente al
crear la institución del matrimonio. Quiero contar la historia más amplia del
matrimonio y su lugar en la historia de Dios.
1. CREACIÓN
Comencemos
desde el principio, una de las primeras apariciones de un texto con una referencia,
aunque sea implícita, al matrimonio, la tenemos en Génesis 2.18, cuando Dios
dijo “No es bueno que el hombre esté sólo”….
Usualmente
interpretamos estas palabras de una manera muy romántica, pensamos que Adán se
sentía solo sin su contraparte femenina y que Dios, al notar esta terrible
soledad dijo para sus adentros “¡Pobre Adán, qué soledad debe estar
experimentando!”, así que decidió proveerle de la compañía de Eva. Sin embargo
no podemos pensar que esta es realmente una interpretación correcta. Adán no
sentía soledad ¡él estaba con Dios quien lo llena todo y lo satisface todo! ¿Qué
soledad pudiera haber sentido él teniendo a su amoroso Creador consigo? Adán
estaba pleno y satisfecho en Dios antes de la llegada de Eva. El texto no habla
de los sentimientos de soledad de Adán ni sus ganas de “tener un amigo”. No era
bueno que el hombre estuviera solo porque este hombre tenía una misión dada por
Dios, un proyecto, una encomienda, la cual sería imposible sin la ayuda de una
pareja femenina. Hablaremos más delante de esta misión. El punto es que la
mujer no fue creada para satisfacer la soledad de Adán sino para contribuir a
la misión o el proyecto que Dios le encomendó a Adán.
La mujer,
además, fue creada para ser ayuda idónea del hombre. Dios dijo “le haré ayuda
idónea para él” (Gen 2.18b) pero para ayudarlo ¿en qué? ¿Ella fue creada para
ayudar al hombre en todos los proyectos, planes, sueños, deseos y antojos que
él pudiera tener? ¿Fue hecha para ayudar al varón en lo que a él se le
ocurriera emplearla? ¡No, no y no! Ni Eva, ni ninguna esposa está ahí para ser
la ayuda del esposo en todo lo que a él se le antoje. La mujer fue creada para
ayudar al varón en un proyecto específico, en una misión que Dios mismos dio al
ser humano.
Para
este punto debemos notar que en estas palabras Dios estaba estableciendo el
orden en el que la institución del matrimonio funcionaría. Adán fue constituido
como el principal responsable ante Dios, como aquel que rinde cuentas del
trabajo encomendado, como la cabeza, y Eva fue puesta como la ayuda idónea de
él, la ayuda que el varón necesitaba para poder efectuar la misión de Dios.
Dios, desde el principio, desde antes del pecado, estableció un orden, puso
roles para hombre y mujer. Esto no tiene nada que ver con dignidad, valor o
capacidades. No estamos insinuando que Dios consideró o considera más valioso
al varón que a la mujer. Esta disposición divina simplemente implica que Dios
quiere que haya ORDEN o ESTRUCTURA en el matrimonio. Y que ese orden es con el
varón como cabeza y responsable del proyecto de Dios en la tierra y con la
mujer como la ayuda indispensable para la realización de este proyecto.
¿Cuál es
ese proyecto? ¿En qué consiste la misión que Dios puso en las manos del hombre?
Debemos retroceder un poco, al capítulo 1 de Génesis, donde dice:
“27
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los
creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos;
llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de
los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Gen 1.27-28)
Para
entender plenamente el proyecto que Dios le dio al hombre necesitamos primero
comprender un poco acerca del significado de la imagen de Dios en el hombre.
¿Qué significa que Dios haya hecho al ser humano “a imagen de Dios”?
En
primer lugar significa que el ser humano, originalmente, era perfecto, no había
pecado en él, no había maldad. Significa que las perfecciones de Dios se veían
reflejadas en el hombre y Dios era glorificado en ello. El amor de Dios se veía
reflejado en el hombre cuando él amaba, la habilidad creativa de Dios se veía
reflejada en el hombre cuando él creaba algo, así mismo el ingenio, el
pensamiento crítico, el gozo, la sociabilidad, etc… todas estas cosas y muchas
más quedaban reflejadas en el ser humano sin ni una mancha de pecado que las
corrompiera o distorsionara ¡Éramos imágenes fidedignas de Dios!
En
segundo lugar, debemos conocer que para la época en la que Génesis estaba
siendo escrito los grandes reyes del mundo tenían una práctica muy común. Ellos
mandaban a hacer imágenes o estatuas de sí mismos y las colocaban a lo largo y
ancho de todo su imperio ¿Por qué hacían esto? Porque estas imágenes eran una forma
en la que ellos marcaban su territorio, estas imágenes marcaban la extensión y
las fronteras de su reino. La gente que salía de sus casa y veían las imágenes
sabían quién era el rey que reinaba sobre ellos. Y mientras los reyes iban
conquistando iban colocando imágenes de sí mismos como señal de que su reinado
había llegado a aquel lugar. Así que cuando Dios hizo al hombre como una imagen
de sí mismo, todos sabían que estaba queriendo decir: que el ser humano,
reflejando las perfecciones de Dios y reinando bajo la autoridad de Dios era la
marca de la extensión del reino del Gran y Supremo Rey de Reyes. Donde llegara
el hombre como fiel imagen de Dios llegaría el reino de Dios.
Así que
ser imagen de Dios significó para Adán y Eva reflejar las perfecciones de Dios
y ser la señal de la extensión de su reinado en la tierra.
A la luz
de esto podemos pasar a ver cuál fue la misión que Dios puso en manos de Adán
con Eva como la ayuda idónea. Dios dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la
tierra, y sojuzgadla” (Gen 1.28).
En otras
palabras: “hagan más imágenes de mí” ¿qué tantas? El texto dice “llenad la
tierra”. Las imágenes de Dios debían comenzar a multiplicarse hasta abarcar
toda la creación de Dios y nosotros sabemos porque Dios quería que hubiera más
imágenes de él: Porque entonces el reinado del gran Rey de Reyes quedaría
extendido a cada rincón del planeta y las perfecciones de Dios resplandecerían
desde cada ángulo de la creación con una luz sin igual. Es en este punto donde
se hace evidente porque era necesaria la ayuda de Eva en este proyecto. Adán,
ciertamente, no podría multiplicarse solo, él necesitaba a Eva para cumplir la
misión de llenar la tierra con imágenes del gran Rey pues las imágenes habrían
de multiplicarse por medio de la procreación natural.
Pero hay
más. Dios, además de mandar a llenar la tierra, mando al hombre a hacer otra
cosa con ella ¡sojuzgadla! Adán debía sojuzgar la tierra. Esto significa tener
dominio sobre la tierra, gobernar y administrar toda la creación. Por supuesto,
Adán debía hacer esto no como el dueño ni como en Rey de reyes, sino como un
mayordomo del Rey, como un encargado, como un vice-regente.
Así que
esta es la misión que Dios puso en manos de Adán, llenar la tierra con más
imágenes del Rey y administrar toda la creación bajo Su autoridad.
¡Multiplicarse y sojuzgad la tierra! Y todo esto con Eva como la ayuda
necesaria e imprescindible. De tal manera que el propósito de Dios al
establecer el matrimonio fue, en pocas palabras: contribuir a la extensión del
reino de Dios y colocar todas las cosas bajo Su autoridad.
El
matrimonio fue diseñado por Dios para contribuir a su gran proyecto global. Es
por esto que el matrimonio es tan glorioso pues tiene como propósito algo mucho
mayor a nosotros mismos, su finalidad es mucho más trascendente que nuestros
efímeros deseos, proyectos y sueños. El matrimonio no fue establecido
primordialmente para hacer al hombre feliz sino para hacer al hombre hábil para
completar su misión en la tierra. Por lo tanto el matrimonio no apunta en
primer lugar a la satisfacción del hombre sino a la gloria de Dios como supremo
Rey.
Si el
proyecto de Dios continuaba avanzando, para el día de hoy la tierra hubiese sido,
enteramente, un paraíso de perfección donde el ser humano sojuzgase toda la
creación bajo la dirección y autoridad de Dios y la gloria de las imágenes del
Rey hubiesen cubierto el planeta así como las aguas cubren el mar. El Edén no
hubiese quedado como un Jardín para siempre sino que se hubiera convertido en
un imperio, un reino glorioso y deslumbrante donde el hombre como fiel imagen y
mayordomo del Rey, gobernase para la gloria del Señor. Pero hoy no estamos así,
algo sucedió, algo por lo cual este proyecto no pudo seguir su marcha ¿Qué
pasó?
2. CAÍDA
El
hombre, no contento con ser un simple vice-regente y un mayordomo, decidió revelarse
contra la autoridad de su Rey. Llegó la serpiente y dijo “seréis como Dios”. La
oferta fue la de ascender del puesto de administrador al mismísimo puesto del
Rey y sentarse en el trono del gobernante supremo. Adán cedió ante tal engaño,
comió del fruto prohibido, pecó contra Dios, despreció la autoridad divina para
establecer la suya propia y al hacer esto atentó contra el glorioso proyecto y
el destino que hubiera podido alcanzar.
Tras la
caída, la imagen de Dios en el hombre quedó destrozada y deteriorada. El hombre
no reflejaba ya con fidelidad las perfecciones de Dios, ni representaba ya más
la expansión de Su reino en la tierra.
La
multiplicación de las imágenes continuó pero lo que quedaría multiplicado no
serían fieles imágenes del Rey sino ofensivas imágenes distorsionadas de Él, y
el reino que se expandiría con la multiplicaciones de estas imágenes no sería
más el reino de Dios sino un reino de hombres en rebelión contra el legítimo
Rey.
Aquello
de “sojuzgar” la tierra, también continuó, pero ya no más bajo la autoridad, la
sabiduría, ni la dirección divinas sino bajo la autoridad, sabiduría y
dirección humanas. Ya no más con Dios como el Rey de reyes sino con el hombre
como el “Rey de reyes”.
En este
sentido, la misión dada por Dios continuó, sólo que… ¡sin Dios! y todos sabemos
lo mal que eso resultó.
El hombre
quiso seguir estando con la mujer, pero ahora sí, para llenar la soledad que él
mismo se provocó al abandonar a su Creador. Quiso seguir teniéndola a ella como
ayuda idónea, pero ahora sí, en sus propios, egoístas y efímeros planes,
proyectos y anhelos.
El
propósito del matrimonio que era contribuir a la extensión del reino de Dios
quedó frustrado. La ayuda de Eva no marcaría ninguna diferencia pues el hombre
había quitado del cuadro a Dios. Por tanto, es evidente que el fracaso del
matrimonio vino como resultado de abandonar a Dios y que esto es todavía la
razón de los matrimonios desquebrajados. Las cosas no son como deberían ser y
todo gracias a la rebelión de hombre contra su Señor.
Cualquier
otro Rey, ante tal insolencia y osadía habría mandado a ejecutar a los
traidores inmediatamente. Y nadie debería dudar que eso es lo que merecíamos
por nuestra rebelión ¡La muerte! Pero este Rey no es como cualquiera ¡Él tenía
un asombroso plan!
3. REDENCIÓN
¿En qué
consistía su plan? Como dice Efesios 1.10, en: “reunir todas las cosas en
Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están
en los cielos, como las que están en la tierra.” ¿Qué es esto de reunir todas
las cosas en Cristo? Que todas las cosas encuentran su desenlace o su
resolución en Cristo ¡Incluyendo el matrimonio! Así que, como dice Gálatas 4.4:
“cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer
y nacido bajo la ley”
Cristo
vino al mundo. Y por la obra que él realizó, por lo que él hizo, gracias a su
sacrificio, y por el poder que fluye de su cruz, nuestros rebeldes corazones de
piedra son enternecidos, cambiados por Él a corazones de carne, por nuevos corazones
que no quieren ya seguir en rebeldía contra el Rey ¡Corazones que nuevamente
son capaces de amarle!
Esto
sucedió y aún sigue sucediendo como cumplimiento de la profecía de Ezequiel: “Os
daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré
dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis
mis preceptos, y los pongáis por obra.” (Eze 36.26-27)
Y cuando
esto toma lugar en nosotros, no podemos despreciar más la autoridad del Rey para
seguir estableciendo la nuestra ¡Por el contrario! Cuando esto sucede nos
humillamos y nos postramos ante su señorío, arrepentidos por nuestra rebelión,
reconociendo que Él es el único y legítimo Rey de toda la creación y no nosotros.
Rogándole que él gobierne de nuevo sobre nosotros y por medio de nosotros.
Todos
aquellos que hemos sido vencidos de esta forma por el poder de su cruz, hoy, estamos
siendo restaurados a la imagen de Dios. Nos lo dice la Biblia. Estamos
regresando a ser imágenes fieles del Rey.
“nosotros
todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del
Señor.” (2 Cor 3.18)
Estamos
siendo transformados en la misma imagen ¿la imagen de quién? ¡La imagen del
Señor!
¡Y es
por esto, y sólo por esto, que el proyecto original que Dios tenía para toda su
creación es restaurado y el propósito divino para el matrimonio es
reestablecido! ¡Oh matrimonios! ¡Multiplicaos y sojuzgad! busquen la expansión
del reino de Dios por medio de la multiplicación de las imágenes del Rey (multiplicaos),
y administrando todo en la creación bajo el señorío de Cristo (sojuzgad).
Pero
algo nuevo se ha añadido, la multiplicación no es ahora sólo biológica, además
es espiritual. Cuando ustedes tengan hijos ellos no nacen siendo imágenes fieles
del Rey, ustedes necesitan llevarlos a Cristo para asegurarse de que el reino
siga siendo extendido.
¡En
Cristo el matrimonio es restaurado a su gloria original!
Esposo,
esposa, hoy, en Cristo, no tienen que buscar llenar su soledad en su pareja, en
Cristo está todo lo que su alma necesita.
Esposo,
esposa, hoy, en Cristo, no tienen que buscar un propósito, un sueño o proyecto mayor
que el gran proyecto de Dios al cual debe guiarte tu esposo que está en Cristo,
y en el cual debe ayudarte tu esposa que está en Cristo.
Esposo,
hoy, en Cristo, tu esposa es tu ayuda idónea no en lo que te apetezca sino en
el gran proyecto de Dios que regresa a estar en tus manos: extender el reino de
Dios en la tierra.
Esposo,
esposa, hoy, en Cristo, no tienen que buscar su lugar en el matrimonio, el
varón es el responsable ante Dios en esta misión y la mujer es la ayuda en la
realización del este proyecto. Ese es el orden que Dios dispuso.
Cada pareja
necesita recordar esto: el propósito del matrimonio es la expansión del reino
de Dios ¡El propósito del matrimonio es la expansión del reino de Dios! Si dos
creyentes se casan, no se casan para ellos mismos, se casan para Dios y el progreso
de su reino.
Autor: Alejandro
González Viveros
Me gustó mucho está meditación .me puso a pensar cuando la biblia nos habla de formados a su imagen en relación al matrimonio .muy interesante!!! Y para la meditación de la celebración nupcial excelente!👌😊felicidades
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