5 Ideas Producto de una Mentalidad Dualista
Estoy convencido que los enemigos más
peligrosos de la iglesia son las ideas. Cristianos el rededor del mundo son
perseguidos y masacrados, y no debemos menospreciar su sufrimiento y
sacrificios, no obstante la historia ha comprobado que la sangre de los
mártires es la semilla del evangelio. La persecución daña a la iglesia sólo
aparentemente pero la fortalece en su unidad interna y en su fervor. Sin
embargo ¡Atentos mi hermanos! ¡Otro enemigo se ha levantado contra el pueblo de
Dios! Este enemigo no hiere los cuerpos de los creyentes, pero sí sus mentes.
No opera en el campo físico pero sí en el ideológico, y el poder de sus ataques
consiste en su sutileza. Tan cuidadoso ha sido este oponente que la mayoría del
mundo cristiano aún no sabe de su existencia y sin embargo está bien instalado
en la mayoría de las iglesias cristianas. Este enemigo ha recibido el nombre de
“dualismo” ¿Qué es el dualismo?
Explicar qué es el dualismo en sí mismo
es algo bastante complejo. Por lo tanto, para ayudarnos a entender qué es el
dualismo quiero exponer cinco ideas que son producto de una mentalidad
dualista.
Antes de exponer estas cinco ideas
dualistas, me gustaría dar una explicación muy general en este párrafo sobre lo
que es el dualismo: El dualismo es la idea de que la vida puede dividirse en lo
sagrado y lo secular: Que a veces vivimos en el ámbito de lo “sagrado” en el
cuál es necesario pensar en Dios y agradar a Dios por medio de la religión y la
espiritualidad pero otras veces vivimos en el ámbito de lo “secular” en el cuál
ni Dios ni la religión ni lo espiritual tienen relevancia.
Con esta explicación general en mente
pasemos a exponer los casos específicos de ideas dualistas:
1.
“Más cerca del edificio de la iglesia es más cerca de Dios”
Mucho pueblo cristiano piensa que en
tanto y esté más cerca del edificio de la iglesia estará más cerca de Dios. Y
sí, intencionalmente digo “el edificio de la iglesia” para remarcar que la
palabra “iglesia”, en la Biblia y en la Teología, no hace referencia al
edificio sino el grupo de personas que se reúnen dentro del edificio. La
iglesia es la gente no el local.
Algunos hermanos creen que si oran
dentro del edificio o del “templo”, o si pasan a orar en los reclinatorios, sus
oraciones son más escuchadas que si realizan sus oraciones desde casa o en la
calle. Otros incluso piensan algo así como que Dios vive ahí y que, por lo
tanto, deben tener cierto comportamiento cuando yacen en aquel lugar pues “Dios
los está viendo”, pero pueden ser unos sin vergüenzas fuera de aquel recinto
pues ya han salido del “ámbito” de lo espiritual.
Este pensamiento es inevitablemente
producto de una mentalidad dualista. Toma al edificio de la iglesia como lo
“sagrado” y todos los otros lugares afuera de éste como lo “secular”, como el
ámbito en el que lo espiritual no aplica. Bien, pues esta es una forma de
pensar totalmente equivocada. Nos hace recordar a la mujer samaritana hablando
del “lugar” correcto para adorar a Dios “¿Jerusalén o Samaria?” y a Jesús
respondiéndole “los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad” (Jn 4). Jesús básicamente dijo: “mujer, no se trata del lugar sino del
modo: en espíritu y en verdad”.
Pero nosotros sabemos porque no se trata
del “lugar” ¿no? En el A.T. el lugar era importantísimo, el templo era el lugar
indicado para adorar porque el templo era el sitio en donde moraba el Espíritu
de Dios, sin embargo ¿Qué es el templo en el Nuevo Testamento? “¿O ignoráis que
vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros?” (1 Cor
6.19).
Nosotros somos el templo. Como llevamos
nuestros cuerpos a donde quiera que vayamos llevamos el equipo de adoración a
donde quiera que vayamos. Cuando la gente quería ir a la presencia de Dios, en
el A.T. iba al templo pero ahora que nosotros somos el templo, debemos ser
conscientes de que ya no VAMOS a la presencia de Dios, ahora VIVIMOS cada día
ante la presencia de Dios. Esto tiene el poder de cambiar la forma en la nos
conducimos por la vida.
2.
“Podemos consagrar objetos para Dios”
En algunas iglesias existe la práctica
de consagrar objetos para Dios. Esto consiste en tomar algún objeto: una
guitarra, una caja, una libreta, o un auto y consagrarlo, es decir, separarlo
para las cosas “sagradas”. Por lo cual, en aquella guitarra ya no se podrán
tocar canciones “mundanas” sino sólo canciones “cristianas” ¡No más José José o
Sin Bandera, bienvenido Marcos Witt y Hillsong! El auto, ya no se puede usar
para ir por las tortillas o para pagar la luz o para ir por los hijos al colegio, ahora debe usarse para
viajes misioneros o para ir a ayudar a los pobres y necesitados, y cosas por el
estilo. La idea es que cada objeto debe ser usado para cosas “espirituales” y
no para cosas “mundanales”.
Toda esta forma de pensar es obviamente
producto de una mentalidad dualista. Traza una línea divisoria entre las cosas
y actividades del mundo secular y no religioso y las cosas y actividades de
Dios, de la vida religiosa y la espiritualidad.
La práctica de “consagrar objetos” es
una práctica errada, que ignora la naturaleza totalitaria del cristianismo. Si
yo soy cristiano no necesito consagrar nada pues todo lo que tengo y lo que soy
quedó consagrado cuando llegué al evangelio. Todo lo que tengo y lo que soy
debe estar las 24 horas del día al servicio de mi Señor. Eso no significa que
debo estar las 24 horas del día en estudios bíblicos, evangelizando y en
reuniones de oración, sino que debo hacer lo que haga para su gloria, ya sea
arreglar la casa, salir de compras, hacer mi tarea o cerrar un trato en mi
trabajo, todo debe ser para el Señor.
En resumen, nosotros no podemos
consagrar algunas cosas dejando otras sin consagrar porque desde que llegamos a
Cristo Dios está esperando que demos todo de nosotros para Él. Nosotros no
podemos decidir qué partes de nuestra existencia queremos “apartar más para
Dios” y cuales queremos “apartar sólo un poco”. Dios lo quiere todo o nada. O
eres incrédulo y todo en tu vida es para ti mismo o eres creyente y todo en tu
vida es para Él.
3.
“El conocimiento religioso no tiene cabida con el resto del conocimiento
humano”
En conversaciones casuales con amigos
psicólogos, médicos o sociólogos, uno como teólogo puede intentar tener una
aportación en la charla, pero usualmente no será tomado en serio por tener una
opinión “religiosa” y por esta misma razón esta opinión, dicen los dualistas,
no puede tener cabida junto con el resto de las ciencias y ramas del saber
humano secular.
Es como si la Biblia, y Dios mismo, no tuvieran permiso o
capacidad para meter la mano en la química, la psicología, la medicina, la
antropología, etc… como si Dios fuera Señor sólo de la espiritualidad privada e
individual del hombre y de la vida de iglesia pero no tuviera nada que decir
sobre las grandes disciplinas académicas de la humanidad.
Todo esto viene de la mentalidad
dualista que pone a Dios “en su lugar” y lo relega al sector de lo
esclesiástico y de la devoción privada, diciéndole “¡Sólo puedes opinar sobre
eso!”, rechazándolo en la vida pública y en las universidades junto con el
resto del conocimiento humano. Toda esta forma de pensar es absolutamente
errónea y sumamente nociva para el cristianismo en particular y para el mundo
en general ¡Dios es Señor de toda la creación y de todas las esferas de la
vida! Es más, Dios (y más específicamente su Palabra) debe ser el “filtro” o
los “lentes” a través de los cuales hagamos psicología, arqueología, medicina,
sociología, y todas las demás áreas del saber humano. La Biblia juzga y define
todo lo demás pero nada puede juzgarla a ella.
4.
“El día del Señor es para Dios y los demás son para mí”
Este es un tema delicado. Al tratarlo me
encuentro en una cuerda floja en medio de dos extremos. Están aquellos que
piensan que, ya que el domingo es el día del Señor, entonces hay que servirle
ese día, pero como de lunes a sábado no es “el día del Señor” entonces podemos
hacer lo que nos plazca en esos días sin pensar en Dios o en su voluntad.
Por otro lado están aquellos que piensan
que como no existe división “sagrado/secular”, ya que todo es “sagrado”,
entonces el domingo debe ser abrogado como “el día del Señor” y reemplazado por
una adoración constante y continua de toda la vida y todos los días de la
semana. Que ahora todos los días son “días del Señor”, pero en vez de que toda
la semana se vuelva sagrada, el resultado de estas ideas es que el domingo se
vuelve mundano.
La primera postura es obviamente
dualista y es aquello contra lo cual estamos batallando. Si somos de Cristo no
hay día que podamos vivir sin depender de él, no hay hora que debamos pasar sin
buscar su dirección y su voluntad. En casa con la familia, en el taller o en la
oficina, vivimos para Él y para su gloria. Sea lunes o sea domingo, no se nos
permite dejar de vivir para Él ni un solo día. Aquello de “seis días trabajarás
y harás toda tu obra” no significa “estos son los días para vivir sin Dios y, éste otro, el día que me darás a mí”, “esto es tuyo y esto es mío” ¡De ninguna
manera! Todo lo que somos y tenemos, todo nuestro tiempo y nuestros días son
para Dios.
Sin embargo, igual de erróneo es pensar
que podemos igualar el domingo al resto de la semana reemplazándolo por una
adoración 24/7. Es cierto que para el cristiano, en cierto sentido, todos los
días son del Señor y para el Señor. Pero aún así, el domingo es un día
especial, un día diferente, un día destacado, un día para adorar a Dios con una
adoración distinta a la que le rendimos entre semana con nuestros quehaceres y
trabajos. Debemos cuidarnos de ambos extremos.
5.
“Los cristianos no deberíamos meternos en la política, eso es algo muy mundano”
Una última idea dualista es aquella que
mueve a los cristianos a alejarse de la política por considerarla algo
“mundano”. Pero ¿no es Dios mismo quien pone y quita a los gobernantes del
mundo? ¿No fue Dios quien estableció la autoridad civil y la invistió de Su
propia autoridad para regir sobre los hombres? ¡La política y el gobierno civil
son cosas sumamente espirituales! Alejarnos de ella por considerarla algo
“secular”, es sin duda, producto de una mentalidad dualista.
Así como Dios es Señor de todas las
áreas del conocimiento humano también es Señor de los gobiernos y sus
gobernantes. Dios no sólo desea determinar qué sucede en la piedad individual
del creyente y en el curso de la vida de la iglesia, Él desea ser el Rey de los
gobiernos del mundo y nosotros, cristianos, somos, en gran medida, responsables
de que esto suceda así.
Estas han sido cinco ideas producto de
una mentalidad dualista. Deseo que esto haya sido de ayuda para que ahora sea
un poco más claro qué es el dualismo.
Ahora que tenemos una idea un poco más
amplia quiero repetir la explicación que dimos al principio: El dualismo es la
idea de que la vida puede dividirse en lo sagrado y lo secular: Que a veces
vivimos en el ámbito de lo “sagrado” en el cuál es necesario pensar en Dios y
agradar a Dios por medio de la religión y la espiritualidad pero otras veces
vivimos en el ámbito de lo “secular” en el cuál ni Dios ni la religión ni lo
espiritual tienen relevancia.
Las cinco ideas que hemos expuesto son
hijas de esta idea madre a la que llamamos “dualismo”. Estas cinco ideas no son
todos los productos del dualismo, son sólo cinco ejemplos, los más sencillos
que encontré para ilustrar lo que el dualismo es y hace. No obstante, el
dualismo tiene muchas otras repercusiones negativas en el cristianismo, muchas
de la cuales son tan sutiles que no las notamos. Debemos aprender a
identificarlas y batallar contra ellas. Pues como dijo Abraham Kuyper: “No hay
un centímetro cuadrado en todo el dominio de nuestra existencia humana sobre el
cual Cristo, como Soberano sobre todo, no clame ‘¡mío!’”
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