¿Voy a Cristo por mi voluntad o en contra de mi voluntad?



Una de las principales doctrinas de la teología reformada es la doctrina de la Depravación Total Humana. Esta doctrina no enseña que el ser humano es todo lo pecador que potencialmente pudiera ser sino que todos los aspectos del ser humano (emociones, razonamiento, deseos, etc..) están bajo el dominio del pecado. La mayoría de las personas no tienen mucho problema con esta idea hasta que llegamos a tocar la voluntad humana o libre albedrío. Si creemos que la Biblia enseña que el pecado ejerce un dominio total sobre el hombre debemos aceptar que esto abarca también su voluntad. El resultado lógico es que el ser humano no tiene en sí mismo la capacidad para decidir ir a Cristo en fe y arrepentimiento para salvación.

En otras palabras: Si un evangelista comparte el mensaje de salvación e invita a su audiencia diciendo: "vengan a Cristo en fe y arrepentimiento y sean salvos" debe ser consciente de que su audiencia es incapaz de hacer lo que él está pidiendo ¿Por qué? Porque el pecado domina la voluntad humana. Si la elección es puesta en manos del hombre éste siempre rechazará a Cristo e irá tras su pecado. Para ver más a detalle este tema puedes leer el artículo "¿Respeta Dios el Libre Albedrío del Hombre?"

En fin, muchos, al entender esta enseñanza, se apresuran en sus razonamientos. Piensan: "Si el ser humano no puede creer en Cristo por su propia voluntad, luego entonces, el ser humano, para creer en Cristo, debe ser obligado a creer en contra de su voluntad". Estimado lector, debo informarte que eso no es una enseñanza verdadera, reformada o bíblica y en este artículo explicaremos porqué.

El Problema es nuestra Naturaleza

Primero debemos entender por qué el ser humano es incapaz de escoger a Cristo para salvación. La respuesta en pocas palabras es: Por su naturaleza pecaminosa.

Sin embargo, permíteme explicártelo más ampliamente. Si pones a una paloma y a un buitre y delante de ellos una generosa ración de migajas de pan y una de carroña, y les dices "¡Adelante, pueden escoger voluntariamente!" ¿Qué obtendrás? La paloma irá tras las migajas sin pensarlo dos veces y el buitre se dirigirá sin demora hacia la carroña ¿A qué se debe? A sus respectivas naturalezas. Me explico: Las palomas son aves que por naturaleza están inclinadas a preferir las migajas, y los buitres, por naturaleza, la carroña. En la toma de decisiones estas aves no pueden librarse de su naturaleza ni actuar sin la influencia de sus inclinaciones naturales. La paloma decide voluntariamente las migajas y al mismo tiempo no tiene la capacidad para decidir de otro modo, por su naturaleza. Asimismo, el buitre va voluntariamente por la carroña y no es capaz de actuar de otra manera, por su naturaleza.  Porque la naturaleza interna determina el rumbo que tomará la voluntad.




En asuntos espirituales esto no es muy distinto. Constantemente Dios nos pone ante el bien y el mal e incluso nos exhorta de distintas maneras para que optemos por el bien. Sin embargo ¿Qué elegiremos siempre? ¡El mal! ¡el pecado! ¿Por qué? Por la misma razón por la cual la paloma elegirá siempre las migajas y el buitre la carroña ¡Por nuestra naturaleza! Y por eso mismo el ser humano decide voluntariamente el pecado y al mismo tiempo no tiene la capacidad para decidir de otro modo. Porque su naturaleza interna determina el rumbo que tomará su voluntad. Tenemos una naturaleza pecaminosa ¿Qué elegiremos entonces? ¿Qué elegiremos voluntariamente? ¡Pecado! Siempre pecado y sólo pecado. 

Esto no significa que si te dan a elegir entre robar un banco y ayudar a una ancianita a cruzar la calle elegirás siempre el robo. Cuando decimos que el ser humano elige siempre pecado no queremos dar a entender que elige siempre los pecados más grotescos y escandalosos, sino que aún en los actos aparentemente justos (aun ayudando a la ancianita a cruzar la calle) el hombre estará pecando ¿Por qué? porque aunque nuestros actos por fuera y en apariencia puedan ajustarse a las exigencias de la ley de Dios internamente y realmente nunca es así. No podemos extendernos más en este punto porque no es el tema, pero lo haremos en otro artículo.

El punto es que el ser humano no puede hacer nada más que pecar y no quiere hacer nada más que pecar. Entonces cobran sentido las palabras de Jesús cuando dijo "De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado" (Jn 8.34). O cuando el apóstol Pablo hablando de las intenciones de la naturaleza pecaminosa dijo que estas intenciones "son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne (según la naturaleza pecaminosa) no pueden agradar a Dios" (Ro 8.7-8). El problema de nuestra incapacidad radica entonces en nuestra naturaleza, en que es una naturaleza pecaminosa y en que no podemos cambiarla así como el buitre no puede cambiar su naturaleza de buitre por una naturaleza de paloma.




En la teología reformada esto se expresa con el término "Incapacidad Total Humana". La Incapacidad Total Humana enseña que el ser humano es incapaz de dejar de pecar, por lo tanto, lógicamente es incapaz de creer en Cristo y además es incapaz de dejar su incapacidad. Y sí, todo esto por causa de la naturaleza pecaminosa que tenemos.

Una Nueva Naturaleza

Pero ¿qué pasaría si pudiéramos cambiar nuestra naturaleza? Imagina que el buitre pudiera quitarse su naturaleza buitrezca y se pusiera una naturaleza de paloma y asimismo la paloma con la naturaleza del buitre ¿Cómo resultaría eso? Me imagino al buitre caminando inocentemente en un parque junto al resto de las palomas, buscando las migajas que una dulce niña arroja al suelo desde una banca. Y a la paloma en el desierto junto al resto de los buitres volando en círculos alrededor de un animal moribundo, esperando el momento del festín. Sería algo totalmente insólito ¿No es cierto? El buitre yendo voluntariamente por las migajas y la paloma voluntariamente a la carroña. Pero un cambio de naturaleza sería necesario para que esto fuera posible.

De un modo similar, para que un ser humano pecador pueda dejar de elegir pecado y se decida voluntariamente por lo justo un cambio de naturaleza es indispensable. Pero si, como hemos dicho, el hombre es incapaz de dejar su incapacidad ¿Qué esperanza hay para él entonces? ¿Estamos condenados a vivir siendo esclavos de nosotros mismos y de nuestras pecaminosas inclinaciones naturales? ¡No! ¡Gracias a Dios no!

La Regeneración

En el libro de Ezequiel Dios, por medio de su profeta, hace mención del milagro que realiza para rescatarnos de esta terrible condición. Él no utiliza las palabras: "naturaleza pecaminosa" o "naturaleza renovada". En su lugar leemos términos como: "corazón de piedra", "corazón de carne" y "corazón nuevo":

"Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra."
(Ez 36.26–27)


El Señor, sabiendo que nosotros no tenemos la capacidad de transformarnos, toma Él la iniciativa y por su pura gracia nos rescata de nuestra propia naturaleza corrompida dándonos una totalmente nueva, un corazón de carne. Es como si Él realizara una delicada operación en la esfera espiritual. Sacando la naturaleza pecaminosa (el corazón de piedra) e implantando una nueva naturaleza en su lugar (el corazón de carne). A esto se le conoce en teología como "Regeneración".




En la Biblia, la Regeneración es mencionada además de otras formas: como un "nacer de nuevo" (Jn 3.1-8; Stg 1.18; 1 P 1.23; 1 Jn 3.8-10), como un "engendramiento" (Jn 1.11-13), como una "nueva creación", una "nueva criatura" (2 Cor 5.17; Efe 2.8-10), y a veces como “darle vida a un muerto" (Efe 2.1).

Si juntamos todas estas ideas que la Biblia nos provee sobre la Regeneración y hacemos algo así como un rompecabezas podemos obtener una imagen más amplia de lo que la Regeneración es:

La Regeneración es un acto de Dios en el cual Él, quitando de nosotros el corazón de piedra (la naturaleza pecaminosa), y creando en su lugar un corazón de carne (la naturaleza regenerada), nos traslada de muerte a vida espiritual. Y así como un día nacimos en este mundo y ahí inició nuestra vida en la tierra, así un día naceremos del Espíritu y eso marcará el inicio de una vida nueva, vida espiritual.

Eso es la regeneración a grandes rasgos.

La Regeneración Implica una Nueva Capacidad

Así que no estamos condenados a vivir bajo el dominio de nuestra propia naturaleza pecaminosa. Si Dios actúa regenerándonos podemos librarnos de la esclavitud de nuestras propias inclinaciones y pasar a la libertad de una nueva vida.

Porque recuerda, si por un lado la naturaleza interna determina la voluntad y por otro lado en la regeneración Dios quita de ti la naturaleza pecaminosa y te da una nueva naturaleza restaurada, entonces ¿cuál será tu voluntad hacia el bien y el mal ahora? ¿Cuál será tu elección si se te presenta la justicia y el pecado? ¿Cuál será tu decisión si se te ofrece a Cristo por medio del evangelio? ¡El bien! ¡La justicia! ¡Cristo!

Nota cual es uno de los resultados de la regeneración según el texto que citamos arriba: "haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra". En otras palabras: ¡Puedes, finalmente, elegir lo bueno y rechazar lo malo! Porque cuando Dios te implanta ese "nueva corazón" en éste viene la capacidad para dejar de pecar y comenzar a obrar actos de justicia voluntariamente. Lógicamente, si tienes la capacidad de elegir lo bueno y dejar el pecado entonces puedes elegir a Cristo voluntariamente.

Es por eso que la regeneración se entiende en términos de darle vida a un muerto. "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados" (Efe 2.1). Si le hablas a un muerto ¿Podrá contestarte? ¡No! Si le pides que haga algo para ganarse tu favor ¿Podrá hacerlo? ¡No! Si le pides que deje de estar muerto para que pueda reaccionar a lo que le pides ¿Podrá traerse a la vida? ¡No! ¿Por qué? ¡Porque está muerto! Y por esa simple razón es completamente incapaz para responder a cualquier estimulo.

El hombre viene al mundo espiritualmente muerto ¿Podrá entonces reaccionar a algún estimulo espiritual? ¡De ninguna manera! Pero ¡Gracias al cielo! Nosotros conocemos a alguien que puede traer muertos a la vida con el solo poder de su Palabra ¿Quién? ¡Dios! ¡Él nos regenera trayéndonos a la vida (vida espiritual)!

Si le hablas a un vivo ¿Podrá contestarte? ¡Sí! Si lo llamas a que venga contigo ¿Podrá ir? ¡Sí! Si le pides que te siga ¿Podrá seguirte? ¡Por supuesto! ¿Por qué? ¡Porque está vivo!

Asimismo, una vez regenerados, con una nueva naturaleza y en novedad de vida tenemos la capacidad para ir a Cristo voluntariamente.

La Regeneración asegura tu Conversión

Sin embargo, es sumamente importante aclarar que le regeneración no nos pone en una mera posibilidad de elegir a Cristo. No estamos hablando de una invitación que puede ser rechazada. En la regeneración no obtenemos simplemente la opción de ir a Cristo sino la segura elección por él.

¿Recuerdas que con la naturaleza pecaminosa el ser humano decide voluntariamente pecar y al mismo tiempo no tiene la capacidad para decidir de otro modo? Con la naturaleza regenerada pasa lo mismo, el hombre decide voluntariamente a Cristo y el mismo tiempo no tiene la capacidad para decidir de otro modo. Lo repetiré porque es importante: El hombre, una vez que ha sido regenerado y que Cristo le ha sido presentado en el Evangelio, decide voluntariamente seguir, aceptar, entregarse y creer en Cristo Jesús como su único y suficiente Señor y Salvador, no obstante, al mismo tiempo, no tiene la capacidad para decidir de otro modo, puesto que ha sido regenerado.

Conclusión

Bueno, ya en pocas palabras y para ser directos ¿Voy a Cristo por mi voluntad o en contra de mi voluntad? Todo aquel que ha ido a Cristo ha ido por su propia voluntad. Pero no por una voluntad natural sino por la voluntad que obtenemos con el obrar sobrenatural de Dios en nuestro corazón por la regeneración. Por la cual, Dios cambió nuestra naturaleza y así cambio los designios de nuestra voluntad.

Fuentes:

Charles Leiter - La Justificación y la Regeneración
John Murray - Le redención consumada y aplicacada
Berkhof - Teología Sistemática
Rogel L. Smalling - Sí, Jesús
Sugel Michelen - Gracia sobre Gracia

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