LOS CÁNONES DE DORT: Depravación Total del Hombre




La doctrina de la Depravación Total es conocida como la primera de cinco doctrinas llamadas "las doctrinas de la gracia". Estas doctrinas son conocidas también como "los cinco puntos del calvinismo", o como el TULIP. Sin embargo, antes de recibir cualquiera de estos nombres, estas doctrinas se encontraban en un documento llamado "Los Cánones de Dort". En los Cánones de Dort encontramos una exposición magistral acerca de estos cinco puntos doctrinales acerca de la salvación del hombre. Una de estas doctrinas es la de la Depravación Total del Hombre ¿Cómo es enseñada esta doctrina en los Cánones?

La Depravación Total, según los Cánones de Dort, enseña cuatro cosas.

   1. El estado en el que fuimos creados
   2. El estado al que llegamos tras la caída en pecado
   3. La forma en la que el pecado se propagó a toda la humanidad
   4. Las consecuencias actuales de la caída

1. El estado en el que fuimos creados
En los Cánones se mencionan tres cualidades con las que fuimos dotados desde el principio, estas son: entendimiento, voluntad y afectos.

El ENTENDIMIENTO tiene que ver con nuestras capacidades cognitivas, nuestra habilidad para comprender cosas y para razonar. La VOLUNTAD es la cualidad por la cual tomamos decisiones y actuamos. Y los AFECTOS tienen que ver con nuestras emociones, deseos y motivaciones.

En términos más sencillos: el entendimiento tiene que ver con la mente, la voluntad con la vida práctica y los afectos con el corazón.

Los Cánones de Dort dicen que al principio Dios había puesto:

En nuestro entendimiento: conocimiento verdadero y bienaventurado de nuestro Creador.
En nuestra voluntad: justicia
En nuestro afectos: pureza.

2. El estado al que llegamos tras la caída en pecado
Pero el hombre al caer en pecado se privó a sí mismo de estos dones. En lugar de ellos, ahora tiene: (1) en su entendimiento: ceguera, oscuridad horrible, vanidad y perversión de juicio. (2) En su voluntad: maldad, rebeldía y dureza y (3) en sus afectos: impureza.

Suele vincularse al pecado únicamente con la moralidad, osea: con los actos malos que cometemos. Pero la realidad es que el pecado afectó también nuestras habilidades cognitivas y nuestro razonamiento. En términos sencillos, el pecado no sólo nos hace hacer cosas malas sino que nos hace tontos. Y aparte de ver corrompidas nuestra voluntad y nuestro entendimiento, el hombre vio corrupción también en sus afectos. Esto significa que no sólo tenemos capacidades intelectuales inferiores a las que debíamos tener y no sólo actuamos en oposición a cómo debíamos actuar sino que sentimos y deseamos cosas que no deberíamos. Nos emociona lo prohibido y nos aburre lo lícito, nuestro corazón disfruta el pecado y desprecia la piedad. El pecado afectó nuestra mente, nuestro corazón y nuestra vida práctica.

Pero posiblemente, el punto más destacable sobre los efectos del pecado en el hombre es el punto del libre albedrío, el pecado afectó nuestra voluntad, pero ¿hasta qué punto? Tanto los Cánones de Dort como las Escrituras son determinantes en esto. El hombre es esclavo del pecado, él está muerto en sus delitos y pecados (Efe 2.1), no hacemos lo bueno, ni siquiera uno de nosotros lo hace (Ro 3.12). Los designios de nuestra carne son nada menos que enemigos de Dios, no hay hombre que se sujete a la ley de Dios ¡ni siquiera tenemos la capacidad de hacerlo! (Ro 8.7) y por esta razón no podemos ni siquiera agradar a Dios (Ro 8.8). Todo designio de los pensamientos de nuestros corazones es sólo maldad (Gen 6.5). Somos como suciedad, tanto así que hasta las obras que nosotros consideramos como justas son, ante Dios, como trapos inmundos (Isa 64.6), y aunque nos esforcemos por limpiarnos amontonando buenas obras, la mancha de nuestro pecado permanecerá delante del Señor (Jer. 2.22). El pecado no sólo hirió a nuestra voluntad sino que la mató. El hombre no puede decidir libremente entre pecar o dar gloria a Dios. La única libertad que tenemos es la de decidir en qué manera preferimos pecar, pero no podemos elegir no pecar.

3. La forma en la que el pecado se propagó a toda la humanidad
Los Cánones de Dort nos dicen también cómo se propagaron los efectos del pecado al resto de la humanidad. Porque, Ok, Adán y Eva tomaron del fruto y quedaron corrompidos pero ¿cómo es que todos los seres humanos después de ellos, sin haber tomado del fruto, estamos en la misma miseria? 

Los Cánones nos aclaran que no pecamos por imitación, es decir: No nacemos puros y nos manchamos en el camino cuando cometemos pecado al copiarlo de otros. Más bien se trata de que nacemos contaminados, heredando de Adán una naturaleza humana interna corrompida. Nacemos interna y espiritualmente muertos en pecado, con un entendimiento, voluntad y afectos corrompidos y naturalmente, en consecuencia a todo lo anterior, cometeremos pecado.

Esto es lo que el apóstol Pablo enseña en Romanos 5 cuando dice “el pecado entró en el mundo por un hombre” (Ro 5.12) ¿Quién fue ese hombre? Adán, de quien heredamos una naturaleza pecaminosa.

4. Las consecuencias actuales de la caída
En último lugar, los Cánones nos indican que por todo esto nacemos como hijos de ira, esto significa que nacemos siendo merecedores del castigo que Dios tiene reservado para los pecadores porque nacemos siendo pecadores.

Pero más importante que esto, se nos dicen que nacemos "incapaces de algún bien salvífico", esto significa que no podemos hacer nada que contribuya a nuestra propia salvación. No podemos elegir a Cristo por nosotros mismos, no podemos creer en el evangelio ni arrepentirnos de nuestros pecados en nuestras propias fuerzas, no podemos hacer suficientes obras como para que Dios nos acepte, no podemos decidir volvernos a Cristo y rendirnos ante el Señor. Fue nada menos que Jesús mismo quien dijo "Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere" (Jn 6.44) Y no podemos no porque Dios nos lo impida, sino porque nuestros propios corazones endurecidos nos lo impiden. No podemos, por lo tanto, contribuir a nuestra salvación con nada, con nada más que con el pecado del cual debemos ser salvados.

Esto es lo que enseña la doctrina de la Depravación Total del Hombre.

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